jueves, 9 de abril de 2015

El miedo se viste de naranja



Por: Nicolás Samper

Estudiante de la Carrera de Historia en la Pontificia Universidad Javeriana. Practicante en el Centro de Estudios de Asia, África y Mundo Islámico.





*1



<< ¿Tres años en Siria? Pues póngase este uniforme, que es el que tienen que utilizar los periodistas que vienen a Siria. No os queremos aquí[1]. >> Le espetó a Javier Espinosa uno de “los Beatles” –como llamaban a sus secuestradores- antes de que se pusiera el uniforme naranja de los presos de Guantánamo, con el que ahora también se visten los secuestrados por DAESH: Estado Islámico.


Y sí, la mayoría de los que usan ese uniforme en Irak y Siria son periodistas. O defensores de derechos humanos. O miembros de alguna ONG. O voluntarios, como el taxista inglés que fue ejecutado por ir a Siria a ofrecer su ayuda humanitaria. Presos de la búsqueda de informar y por expresar su oposición al horror y el caos que se concentran en el Medio Oriente. Esa es la información que nos venden. 

No los quieren allá: en Libia, en Iraq y en Siria, los territorios que dominan los que están bajo el mando de Abu Bakr al-Baghdadí, que reclama ser el nuevo califa (el sucesor de Mahoma para guiar a la Uma, la comunidad musulmana). Pero los necesitan.

¿Por qué necesitan periodistas, defensores de derechos humanos y taxistas humanitarios los miembros del Estado Islámico? Por lo mismo que otros fanáticos musulmanes atacaron las oficinas del satírico Charlie Hebdo: porque todos ellos son símbolos de un valor que es cuidado como un talismán en Occidente -mientras no incite a la violencia o se hable mal de los judíos[2]-: la libertad de expresión, que permite, en teoría, arrancar lo sagrado y los intocable de cualquier símbolo. Porque, al atacar el valor más sagrado de occidente, también le quitan su valor absoluto. 

Y, además, el Ministerio de Información[3] de DAESH sabe cómo usarla: cuando suben a Youtube los videos de las ejecuciones espectaculares –en su producción fílmica- que bañan de sangre los uniformes anaranjados, y esta red los bloquea, filman la reproducción en la pantalla de un computador para evadir la censura que impide subir material que incite a la violencia o que la muestre explícitamente (Son videos de videos: así se llenan vacíos jurídicos). 

El Estado Islámico -que aún no es Estado y que solo es un fragmento fanático de lo que es el Islam- sabe escoger sus objetivos y cómo mostrárselos a Occidente. Parece que hubieran estudiado al maestro de propaganda de Occidente, Joseph Goebbels, que decía que una mentira repetida se convierte en verdad y que utilizó el cine para repetir y crear el odio contra los judíos y otras “razas inferiores”. (Ah, sí: el horror y el terror también son occidentales). 

Pero esto no puedo probarlo. Sin embargo, al ver los videos de las ejecuciones de los terroristas islámicos que pretenden guiar a todos los musulmanes, se nota la apropiación de las técnicas de las grandes producciones cinematográficas de Hollywood: con sus fondos de paisajes desérticos y cielos azules, y de hombres calvos con el uniforme naranja con el que los Estados Unidos, en Guantánamo –Estados Unidos comete sus crímenes más infames siempre fuera de su territorio-, viste y tortura a los sospechosos de cometer el delito de terrorismo. 

El mismo Javier Espinosa relató en El Mundo cómo lo sometían a él y a otros presos al waterboarding –tapar la cara de una persona con una toalla y verter agua sobre ella-: otra cortesía para un manual de torturas traído por el país que se quiere encargar de llevar al mundo las ideas de la libertad y la democracia. La diferencia es que Espinosa no estaba preso en una cárcel, sino en un calabozo de un palacio en Raqqa[4]. 

Se dice que Abu Bakr al-Baghdadí fue entrenado, al igual que los muyahidines de Osama Bin Laden que lucharon contra la Unión Soviética en Afganistán, por la CIA. Y esto no implica que los gringos conspiren contra sí mismos para sostener a un enemigo. Solo demuestra que las que conspiran contra la libertad, la democracia y el mismo Islam, son las prácticas gringas del odio, de la propaganda y del terror. 

Por eso el miedo en Occidente, hoy, se viste de naranja.



Imágenes
Bibliografía

No hay comentarios:

Publicar un comentario